Cuando dormimos bien, se nota en la cara. Los demás nos ven “descansadas”, con la piel luminosa y una apariencia vivaz. El problema es que no solemos dormir bien, ni las horas suficientes, al menos gran parte de los argentinos.
Sabemos que es recomendable dormir entre 7 y 9 horas. Sin embargo, el 75% de la población en el país tiene alguna alteración del sueño (por ejemplo, insomnio, sonambulismo o apneas), según una encuesta de 2022 de la UBA. Dormir no es un lujo; es esencial para nuestra salud.
Tal como explica Pablo López, psicólogo y coordinador del Programa de Tratamiento del Insomnio del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) y director de la Carrera de Psicología de la Universidad Favaloro, “si duermo mal, es probable que coma mal. Si como mal, tengo más chances de padecer problemas metabólicos y de llevar una vida más sedentaria”.
La piel también sufre
Durante un buen descanso, las células de la piel se renuevan y se reparan mejor, y producimos componentes claves como el colágeno. Nada de esto funciona bien al no dormir. Para empezar, “la privación del sueño puede causar flaccidez, piel cetrina (amarillenta) o piel seca. También las ojeras se han relacionado con un sueño inadecuado”, enumera el Dr. Arturo Garay, jefe de la sección de medicina del sueño del Cemic en Buenos Aires.
El cuerpo produce más cortisol, la hormona del estrés, que altera la producción de colágeno en la piel, proteína que mantiene la piel hidratada y luminosa. “Se produce un estado de inflamación en la piel y esto se refleja en su aspecto con pérdida de firmeza, brillantez o suavidad”, describe Garay.
Otro problema originado por la falta de sueño es la alteración del pico de hormona de crecimiento que ocurre sobre todo en la primera parte de la noche. Esta hormona también es clave para la producción del colágeno.
Como si fuera poco, la falta de sueño nos hace susceptibles a infecciones por una reducción de nuestras defensas, y en el caso de la piel disminuye su función como barrera ante los posibles daños de microbios, polución, rayos UV del sol, entre otros.
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¿Hay solución?
La buena noticia es que al mejorar el sueño se puede revertir esta situación. Para esto, salvo que la persona sufra de un trastorno del sueño que amerite un tratamiento aparte, el primer consejo de los expertos es mantener una buena “higiene del sueño”.
Estos son los hábitos que hay que intentar evitar:
- Usar pantallas 1 hora antes de dormir.
- Dormir siestas de más de 20-30 minutos.
- Acostarse y levantarse a distintas horas. Hay que procurar regular los horarios, incluso los fines de semana.
- Comer pesado y beber alcohol antes de acostarse.
- Irse a la cama sin sueño.
- Hacer ejercicio intenso por la noche o darse una ducha muy caliente. Estas actividades pueden subir la temperatura del cuerpo, algo que atenta contra el sueño.
- Dormir con calor.
- Consumir café o bebidas estimulantes después de las 4 de la tarde.
- Irse a dormir con temas pendientes. Mejor, “sacárselos” de la mente y anotar en un cuaderno las preocupaciones o tareas para el día siguiente.
Como siempre, también te recomendamos seguir una rutina de skincare de día y de noche para cuidar tu piel por dentro y por fuera.
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Recordá consultar a un especialista si tenés dudas sobre la salud de tu piel o sufrís de problemas para dormir.